LECTURAS LUNÁTICAS (RECOMENDACIONES)

Me gustaría contaros que voy a comenzar una serie de recomendaciones literarias de carácter mensual (si el tiempo, maldito tiempo, me lo permite) que he decidido titular: «Lecturas Lunáticas». Aparecerán tanto en la web de la librería toledana «La madriguera de papel» (http://www.lamadrigueradepapel.com/) como aquí.

Las recomendaciones, debo advertir, girarán en torno a la ciencia ficción, un género lamentablemente denostado en nuestro país, arrinconado como literatura menor. Y lo cierto es que uno de los principales motivos de que haya aceptado este encargo no es otro que el de mostraros una ciencia ficción de altísima calidad, de modo que nos lleve a replantearnos nuestras posibles reticencias hacia el género. No os preocupéis, no pretendo lanzar arenga alguna, solo ofreceros algunas lecturas que a mí me entusiasmaron y que considero destinadas a cualquier lector que se precie de serlo.

Mi idea es traer dos obras cada vez. Una de corte clásico, imprescindible, muy probablemente conocida por todos, y otra más actual que nos brinde una visión de lo que se viene escribiendo en estos últimos años dentro de la también denominada literatura especulativa.

¿Estamos preparados? Venga, agarraos fuerte que despegamos…

Primera recomendación del mes:

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO

de Mary Shelley. 

No podía empezar con otro título. Habría sido imperdonable, pues se trata de uno de los grandes clásicos de la literatura universal, una obra maestra convertida en icono popular que, para colmo, es considerada como la génesis de la ciencia ficción. Cierto es que existen obras anteriores enmarcables dentro del género, pero la de Shelley fue la novela que supuso un antes y un después. Sí, amigos, no hay un padre de la ciencia ficción, sino una madre.

Aunque la obra se publicó en 1818, fue engendrada durante una noche de verano de 1816,un verano invernal debido a la erupción del volcán Tambora, en casa de Lord Byron, quien retó a los aquella noche presentes a escribir una historia de terror. A pesar de que Mary no completó la suya, el texto fue enriqueciéndose hasta dar forma, dos años más tarde, a la obra que todos conocemos, introduciendo elementos científicos que se basaban en experimentos de su época como el uso de la electricidad para devolver la vida a lo ya muerto.

Actualmente, Frankenstein se enmarca con claridad en uno de los numerosísimos (demasiados) subgéneros de la ciencia ficción que iremos conociendo a lo largo de las recomendaciones mensuales: el de la ciencia ficción terror o, si queremos rizar el rizo, en el de la ciencia ficción de terror gótico, pues añade una ambientación vinculada a la estética romanticista.

Poco hay que contar de su argumento que no sepamos: la novela narra la historia de un joven, de nombre Víctor Frankenstein, que decide dar vida a un cuerpo constituido a partir de la unión de partes de cadáveres. El fulano tiene éxito en la aparatosa empresa, pero termina rechazando a su criatura, la cual huye del laboratorio para ir a darse de bruces con un mundo que también le repudia. El odio y la sed de venganza inundarán al monstruo, lo que termina desencadenando el resto de acontecimientos que prefiero no revelar.

Como el subtítulo indica, se inspira en el mito de Prometeo, el titán de la mitología griega que crea a los hombres modelándolos con barro y termina siendo castigado por los dioses. En la obra de Shelley, Víctor, el moderno Prometeo, es castigado, pero por su propia creación.

El tema de los nuevos Prometeos es recurrente en la ciencia ficción y a mí me parece de lo más sugestivo. De hecho, lo he tratado en algunas de mis obras, tales como Engendro o en la novela Laberinto Tennen (recordad el personaje de Gorg al que se le llega a denominar “Prometeo querido”).

Frankenstein muestra un desafío a lo natural a través de la evolución científica, a través de un uso irresponsable de lo tecnológico (algo también muy presente en mi novela de los tennen, donde la Nueva Inquisición llega a prohibir la utilización de la tecnología). La consecuencia será el irremediable nacimiento del mal.

La obra está narrada de forma epistolar, muy exitosa en la época, y aunque el recibimiento inicial de la crítica fue irregular, al público lector le gustó y terminó resultando un éxito.

Fue llevada al teatro ya en la década de 1820 y la primera versión cinematográfica, de 16 minutos a cargo de la Compañía Edison, está datada en 1910. La versión más conocida, la de la Universal con Boris Karloff interpretando al monstruo, ya es de 1931 y dio lugar a una monstruosa (evidentemente) franquicia.

Como colofón, me gustaría recordar que Frankenstein NO es el engendro, sino su creador. La criatura, con muchísimo acierto simbólico, carece de nombre. Si acaso, podríamos denominarle como “Monstruo de Frankenstein”.

Y vamos con la segunda (y última) de las recomendaciones del mes:

 LA CARRETERA

de Cormac McCarthy.

Una obra ya del siglo XXI. Del año 2006 para ser exactos.

La he traído como ejemplo de lo que sucede de cuando en cuando en la ciencia ficción: que un escritor generalista, considerado de primerísimo nivel, haga incursión en el género y triunfe con esa obra. En este caso, La carretera obtuvo, entre otros reconocimientos, el Premio Pulitzer de 2007, ahí es nada.

Cormac MacCarthy es uno de los grandes novelistas norteamericanos de su tiempo, con una literatura muy personal, cruda, precisa e irónica, y está claramente emparentado con Pynchon, Roth, Faulkner o el estupendo Jim Thompson. ¡Menudo grupito!

Cormac es muy conocido por la denominada Trilogía de la Frontera (Todos los hermosos caballos, En la frontera y Ciudades de la llanura), por la novela llevada con un éxito arrollador al cine No es país para viejos y por esta que nos ocupa: La carretera.

La obra se considera de ciencia ficción por lo que tiene de especulativo y a su vez se enmarca dentro del subgénero denominado «post-apocalíptico».

Narra la odisea emprendida por un hombre y su hijo en un mundo gris destruido años atrás por un cataclismo desconocido. La pareja, que huye del frío, se desplaza siguiendo el curso de una carretera. En su camino, se encontrarán con algunos de los escasos supervivientes convertidos, fruto del hambre, en caníbales.

La novela muestra distintas maneras de reaccionar a una misma situación extrema y conduce a reflexionar sobre la naturaleza humana a través de una historia cruda y áspera. Incluso los protagonistas carecen de nombre: son denominados como «el hombre» y «el chico». La relación entre ambos será interesantísima, pues el niño vive obsesionado por no convertirse en uno de «los malos» y le sirve al padre para no caer en los brazos de la locura. El hijo se convierte en su maestro.

Mención aparte merece el final, en mi opinión, de una ambigüedad exquisita.

La obra refleja un claro sentimiento de desesperanza y vacío, temas que, de nuevo, me cautivan. De hecho, aparecen en otras de mis novelas como El Ojo de Dios o Éxodo.

El estilo de La carretera, como no puede ser de otra forma, es sobrio, sencillo y complejo a su vez. Va directo al mentón y utiliza rápidos diálogos (por cierto, sin el uso habitual de la raya).

Resultado de imagen de LA CARRETERA PELICULA

La carretera fue trasladada al cine en el 2009 con un gran elenco: Viggo Mortensen en el papel de «el hombre» y apariciones de Charlize Theron, Robert Duvall o Guy Pearce. Creo que se trata de una muy buena adaptación que refleja perfectamente la opresión del texto.

¿Estáis dispuestos a que os remuevan por dentro? ¡Pues adelante! Ya me contaréis.

Y con esto termino. Espero que sigáis las lecturas lunáticas del mes que viene.

¡Paz y prosperidad!

 


Una respuesta a “LECTURAS LUNÁTICAS (RECOMENDACIONES)

  1. Interesantes recomendaciones. En mi caso, vi la película ‘The Road’ antes de leer el libro – acojonante Viggo Mortensen. Pero tanto peli como libro, son para dejarte con un nudo en el estómago una semana. El primer párrafo y el último se me metieron en la cabeza. Increíble cómo contando tan poco, dice tanto sobe la condición humana.

    Frankenstein debo reconocer, para mi vergüenza, que lo tengo pendiente.

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